Hace frío, y seguramente la atención puede caducar antes que el tiempo, antes de que los ejercicios se conviertan en actividades y el gesto sea un consumo que no presenciamos.
El Instituto Inmaculada Vieira nos recibe con la sonrisa de Isabel, con su ánimo por crear, por su entusiasmo por descubrir. Comparte una vocación fresca, no desgastada, con años y experiencia, con rutinas y voces a la espalda, pero intacta.
Segundo de la ESO, miramos detenidamente para dibujar el aburrimiento, y no sabemos qué hacer, quizá porque lo vivenciamos en un papel que se convierte en una realidad plasmada por las manos, y seguimos mirando, y opinamos, y participamos, y compartimos la tristeza y la fortaleza, el empuje y la voluntad de los que, como nosotros, se miran a sí mismos, sabiendo que pueden conseguir lo que se planteen, y que su fuerza es la nobleza que saben estrenar.
Gracias a todos por el respeto, y la creatividad, gracias por enseñarme en apenas dos horas la naturalidad de las ideas y la sinceridad del estar, desde la sencillez del querer hacer cuando una decisión no es impuesta.
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