sábado, 6 de diciembre de 2014

Aula del Hospital Virgen Macarena: Los Reyes Magos juegan al fútbol.

David está lleno de historias, comparte la imaginación de cada respuesta con el movimiento de su brazo, regala color a los pedacitos de alegría que une en su puzzle. Laura los vive con su mirada, quieta y tranquila, con una sonrisa que arropa sus palabras. 

Ismael, incansable, busca respuestas, y lo intenta, y sigue intentándolo, y lo practica, y vuelve, y se mantiene constante, firme, decidido, prueba y se prueba, supone qué es y  qué quiere ser, sin miedo a la rendición.

Y entre historias, Begoña me ha hablado de lugares, de personas que vienen y van, de niños que esperan, de niñas que juegan, de pasados comunes, de Madrid, y del norte, de acentos y situaciones, de vidas que pasan y no son pasajeras, y yo le cuento, y su voz, segura y de verdad, regala la realidad de una decisión, y escucha, como si las palabras encontraran abrazos.

David imagina la alegría, y la dibuja de Reyes Magos y colores, todas las preguntas tienen una pregunta, la imaginación es un hada madrina, Gracias David, gracias Laura, qué bonito sería ser habitante de los países que imaginas, de los retratos que construyes.





Ismael construye su atención con ráfagas, respuestas ágiles y rápidas, resolver el misterio, efecto inmediato, y escribe su nombre leyendo nuevos idiomas.





El aula del Hospital Virgen Macarena está llena de cuentos e historias que se pasean y se comparten, voces y miradas que hablan y practican el silencio mientras conversan, juegos y espacios que nunca se repiten, escenarios con piel propia que viven, despiertos, para enseñar cómo se construye ser compañía, cómo se elige aprender a querer para seguir y comenzar.

Gracias Begoña, gracias Loli, gracias Conchi, por cobijar en este refugio todas las historias, y acompañarlas, incluso las mías, cuando parece que siempre llega el invierno.

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